Capacitacion Integral

Describiendo la Filosofía
de una Capacitación Misionera Integral

Diseño de un programa integral

Algo que no resulta siempre evidente es que la capacitación no es un fin en sí. El propósito de la capacitación es ver a obreros eficaces, sirviendo al Señor y al reino. En Córdoba, Argentina, formamos el CCMT con el propósito de ayudar a la iglesia evangélica en la capacitación y el envío de misioneros transculturales a los pueblos menos alcanzados del mundo. Sólo podemos considerar que hemos cumplido nuestro propósito como instructores de misioneros cuando vemos a nuestros egresados trabajando eficazmente en su campo de labor. Esta es la medida de nuestro éxito, y no el número de candidatos que hayan pasado por nuestro centro. La capacitación misionera es un proceso con un fin específico.

Valores y Compromisos

1. Un compromiso con su desarrollo como discípulo de Cristo y discipulador de otros.

2. Un compromiso con su orientación y comprensión de la tarea misionera transcultural.

3. Un compromiso con el desarrollo de su habilidad de trabajar con otros en equipo, para lograr metas en conjunto.

4. Un compromiso con su salud físico emocional y su capacidad de «aguante» en el campo misionero.

Filosofía de Trabajo

1. La Biblia ofrece todos los principios fundamentales para la capacitación del misionero transcultural.

2. La capacitación del misionero es importante, necesaria e intencional.

3. La manera más eficaz de realizar la obra misionera es en equipo.

4. La obra misionera no puede realizarse sin la predicación de las Buenas Nuevas en palabra y hechos.

5. La capacitación de candidatos a misionero es de por vida.

6. La meta de la capacitación es producir un crecimiento hacia la madurez.

El «pensum»

Los objetivos de un programa de capacitación deben identificarse en términos de crecimiento de la persona en su carácter, actitudes y habilidades.

Valores y compromisos

Toda capacitación refleja los valores de la institución que la brinda. Es cierto que como cristianos, nos comprometemos más con lo que valoramos que con lo que decirnos creer. Un ejemplo es el conflicto entre los proyectos de edificación de templos y el presupuesto misionero. El valor que domina en este caso es la comodidad o la imagen, no la urgente necesidad de los muchos lugares en el mundo a nuestro alcance donde, según nuestra doctrina (lo que decimos creer), la gente se muere sin esperanza. El mismo principio se aplica a nuestros programas de capacitación misionera: si el valor principal es un certificado, un título, o la comodidad de los instructores nuestros programas reflejarán estos valores.

Durante los últimos tres años, nuestro equipo del CCMT en Córdoba, Argentina, ha intentado entender y definir los valores que un programa de capacitación misionera transcultural debería reflejar. En una ocasión, tomamos tres días para luchar con estos conceptos filosóficos y definimos nuestro compromiso con la capacitación del candidato a misionero en los siguientes términos:

1. Un compromiso con su desarrollo como discípulo de Cristo y discipulador de otros.

Esto comprende un crecimiento hacia la madurez en su vida espiritual, y el ejercicio de su don del Espíritu en la formación de otros discípulos. La Gran Comisión dice: «Id y haced discípulos» (Mateo 28.19). Uno es discípulo cuando se disciplina para mantenerse en obediencia a Cristo sus mandamientos. No podemos formar discípulos sin serio primero. no podemos serio sin ejercer las «disciplinas de gracia». Para lograr esta meta, necesitarnos acompañar a los jóvenes en la práctica diaria de la oración en todas sus expresiones, y la lectura y meditación de la Palabra de Dios. El programa tiene que apuntar a crear un sano hábito diario y constante de estas disciplinas.

2. Un compromiso con su orientación y comprensión de la tarea misionera transcultural.

No todo misionero tiene éxito en la obra transcultural. Su flexibilidad, su comprensión de la tarea, su acercamiento y sus actitudes afectan su eficacia. Cristo fue el ejemplo en todos los ministerios, y como misionero nos mostró el modelo encarnacional. Así como Él se hizo hombre para alcanzar a los hombres, los misioneros deben identificarse profundamente con los que pretenden alcanzar. Para esto, se necesita formar actitudes correctas y proveer las técnicas que ayudarán a la integración de la persona en la cultura anfitriona.

Para lograr esta meta, la orientación teórica al aprendizaje de idioma y cultura tiene que ser implementada en una praxis guiada y asesorada por los que han vivido una experiencia transcultural y aplicado estos principios.

3. Un compromiso con el desarrollo de su habilidad de trabajar con otros en equipo, para lograr metas en conjunto.

Una de las principales causas de fracaso en el campo es la falla en las relaciones entre los misioneros. Es una vergüenza que como cristianos, cuando se trata de trabajar juntos, nuestro testimonio sea pésimo en el área de las relaciones interpersonales. Si el amor «los unos a los otros» es la marca del discípulo (Juan 13.34), hemos fracasado en muchísimos campos misioneros. Debemos aprender a vivir en armonía y realizar la obra de Dios con la plena expresión de los dones que El ha dado a su Cuerpo, apreciándonos por nuestras diferencias y complementándonos en la realización de la obra.

Para trabajar con los candidatos en esta área, es necesario ver cómo funcionan en el contexto de la vida cotidiana. La vivencia en una comunidad intencional, donde los candidatos tienen que aceptarse, amarse y apreciarse, provee el contexto necesario para revelar deficiencias y aplicar, enseñanzas en el momento justo. Es importante que los candidatos también vean cómo se desempeña un equipo. Un tremendo desafió para el personal del programa, que tiene que mostrar que la teoría funciona.

4. Un compromiso con su salud físico-emocional y su capacidad de «aguante» en el campo misionero.

La auto imagen del individuo es uno de los factores de mayor importancia para su permanencia en la tarea transcultural. Como cristianos, deberíamos ser el pueblo emocionalmente más seguro sobre la faz de la tierra: ¡Dios nos ama y nos acepta incondicionalmente! Sin embargo, los candidatos a misionero – como muchos otros cristianos- arrastran complejos de inferioridad y de culpa, heridas emocionales profundas y problemas físicos que surgen de ellas. Dichos problemas se toman más agudos en el campo, donde se multiplican por el factor del estrés y del choque cultural. Hay que tratarlos antes que se conviertan en la causa de una deserción, con todo lo que eso implica.

Para trabajar con los candidatos en estas áreas, el contexto de la comunidad intencional es indispensable. Hay que permitir situaciones de alta presión para que estas debilidades se muestren y se atiendan puntualmente. Es importante tener buena enseñanza en esta área y también buenos consejeros disponibles para los candidatos (pastores y psicólogos cristianos), que puedan atender a las necesidades particulares.

Describiendo la filosofía de trabajo

La capacitación del misionero, como toda capacitación ministerial, comprende mucho más que los conocimientos teológicos y ministeriales que se puedan enseñar magistralmente. Es compartir vida «como Cristo lo hizo» con los que desean prepararse. Al entender los valores con los cuales nuestro programa se compromete, podemos formular una filosofía que nos permite desarrollarlo en una forma coherente. El personal del CCMT expresó su filosofía de la siguiente forma:

1. La Biblia ofrece todos los principios fundamentales para la capacitación del misionero transcultural. 
Estos principios bíblicos son ampliados por las ciencias sociales, la psicología y las experiencias de misioneros y de otros ministros de Dios. Este conjunto se ha organizado en la misionología, la ciencia de las misiones.

2. La capacitación del misionero es importante, necesaria e intencional. 
No se debe dejar al azar. Para esto se necesita una definición de las cualidades, habilidades y conocimientos indispensables para el misionero transcultural eficaz. A fin de lograr estos objetivos, un programa debe incorporar metodologías apropiadas que lleven a la realización de esas actitudes, destrezas y conocimientos. Dentro de estos métodos, la comunidad intencional, la muestra de modelos y patrones adecuados, y la capacitación por medio de experiencias prácticas, figuran entre los más importantes.

3. La manera más eficaz de realizar la obra misionera es en equipo.
 Por lo tanto, es necesario orientar al candidato a misionero en esta importante dinámica, comenzando por un conocimiento de sus propias fuerzas y debilidades, carácter, personalidad y dones, y siguiendo por el desarrollo de sus actitudes hacia los demás y hacia el trabajo complementario en conjunto. También se necesita una orientación en cómo trazar planes en equipo y resolver conflictos cuando surgen.

4. La obra misionera no puede realizarse sin la predicación de las Buenas Nuevas en palabra y hechos.
 Por lo tanto, es necesario que el candidato a misionero reciba una orientación en los principios de adaptación y comunicación transcultural. También es importante una orientación hacia la misión integral, que lleva a la gente a una experiencia y comprensión genuina del poder de Dios en sus vidas. Esto también se realiza en función de una estrategia misionera adecuada y del desarrollo de destrezas ministeriales y laborales.

5. La capacitación de candidatos a misionero es de por vida. 
Por lo tanto, es importante que la responsabilidad del aprendizaje recaiga sobre él mismo, aún cuando se hable de «programas» de capacitación. La meta es que el candidato a misionero desarrolle destrezas como de autodidacta, aún dentro del contexto de elementos estructurados de aprendizaje, tomando iniciativa y dirección para su propio crecimiento.

6. La meta de la capacitación es producir un crecimiento hacia la madurez. 
Se evaluará en el candidato su habilidad exhibida para examinar críticamente presuposiciones, manejarse en situaciones de ambigüedad, utilizar fuentes de información y sabiduría con buenos criterios de prioridad, pensar en forma creativa viendo maneras alternativas de hacer las cosas, y poder funcionar por medio del consenso con otros.

La especificación de los valores y filosofía de trabajo son importantes si un programa de capacitación busca lograr sus metas. Los elementos que se han mencionado no son necesariamente los más válidos para cada situación, ni tampoco pretenden ser un listado completo. Sin embargo, el personal del CCMT pudo captar la esencia de lo que anhelaba hacer, y produjo guías para desarrollar y evaluar el programa, lo que es necesario para cualquier centro que quiera lograr objetivos de capacitación ministerial.

El «pensum».

Los objetivos de un programa de capacitación deben identificarse en términos de crecimiento de la persona en su carácter, actitudes y habilidades. Al final de cuentas, se evaluará la capacitación en la medida en que los egresados se muestren competentes para desarrollar su ministerio. Aunque estos puntos no se describan en términos de materias y objetivos pedagógicos, no quiere decir que estén ausentes en el programa. La parte académica tiene su lugar, y como tal, provee la estructura teórica y los elementos intelectuales necesarios para lograr los objetivos. Por lo tanto, el pensum debe reflejar los compromisos de la institución hacia sus alumnos y también su filosofía de trabajo.

Por ejemplo, para el compromiso expresado anteriormente con «su desarrollo (del candidato) como discípulo de Cristo y discipulador de otros,» podrían surgir los siguientes temas: estudio bíblico inductivo; sistemas de memorización de versículos; cómo compartir su testimonio personal; cómo dirigir un estudio bíblico con nuevos creyentes, etcétera. Todo esto en un contexto de la práctica. Para el compromiso con «su orientación y comprensión de la tarea misionera,» podrían’ surgir todos los temas misionológicos como historia, estrategias y métodos, teología, bases bíblicas, antropología y lingüística, complementados por la práctica de lo aprendido en idiomas y cultura, en un contexto transcultural.

El compromiso con «desarrollar su habilidad de trabajar con otros en equipo para lograr metas en conjunto,» podría orientarse con materias como: temperamento y personalidad; estilos de liderazgo; dones y ministerios; resolución de conflictos; trabajo en equipo; la medicación; etcétera. Como último ejemplo, el compromiso con «su salud físico emocional y su capacidad de aguante en el campo misionero,» podría orientarse con materias como salud integral, choque cultural, manejo de estrés, sanidad interior y consejería pastoral, combinadas con trabajo personalizado.

Es obvio que a esta lista se podrían agregar muchas otras materias. Sin embargo, un programa coherente sólo agrega lo necesario para lograr sus objetivos. La tendencia en toda institución académica es la de elaborar planes de estudio largos y tediosos con poca aplicación en la práctica. Cuando se habla de la etapa inicial de la formación del misionero, creemos que es más importante una orientación eficiente y puntual para cada tema (basada en una o dos fuentes bibliográficas que el candidato puede llevar consigo), que dictar largas materias que al final de cuentas, son olvidadas en poco tiempo.

Esto de alguna manera pretende resumir lo que es la filosofía de trabajo del Centro de Capacitación Misionera Transcultural. Por favor si le han surgido algunas inquietudes o desea tener más información acerca de los Cursos y Planes de Estudios, no dude en comunicarse con nosotros.

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